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Garantizar la calidad académica: un sinceramiento que involucra innovación e inclusión educativa

Ese es el compromiso de la UNCUYO y para encararlo lo hace con tres líneas de acción específicas: actualización y adecuación curricular, innovación pedagógica y articulación con la educación media. Con esto busca que cada vez más personas estudien en la Universidad.

imagen Garantizar la calidad académica: un sinceramiento que involucra innovación e inclusión educativa

Una de las prioridades de la secretaría Académica es lograr la forma de reconocer los trayectos formativos que han realizado los estudiantes.

Bajar los tiempos en que se reciben los estudiantes, achicar la brecha creciente entre las competencias de egreso de los alumnos secundarios y las exigidas por las condiciones de admisibilidad de la Universidad Nacional de Cuyo, y adaptarse al desarrollo de nuevas tecnologías que impactan en las formas de enseñar y de aprender. En materia Académica, esa es la misión en la que trabaja la UNCUYO para cumplir un desafío: ¿Cómo garantizar una educación de calidad para que llegue cada vez a más gente?

En la búsqueda de este reto, desde la secretaría Académica del Rectorado se ponen en juego tres líneas de acción específicas que se activan a partir de problemáticas detectadas:

  • Actualización y adecuación curricular, con una política curricular centrada en el estudiante, diseños abiertos y flexibles.
  • Innovación educativa, con grados crecientes de virtualidad.
  • Articulación con educación media e inclusión educativa.

Los lineamientos

☛ Actualización y adecuación curricular

    ✔ La demora como problema de política académica

Existe un problema concreto que es de todo el sistema universitario argentino y de la UNCUYO, que es la demora en graduarse. Es esto de que en carreras que supuestamente duran cinco años, en promedio los estudiantes tardan un 90% más en recibirse.

La problemática obedece a distintos motivos, varios vinculados con los itinerarios biográficos de los jóvenes que los van demorando en sus estudios. Pero hay otra dimensión de la demora relacionada con que los planes de estudio —muchas veces— están diseñados para alguien que no es el estudiante actual, o diseñados para tiempos reales que son mucho mayores a los tiempos que supuestamente se cumplen en esos cinco años. “La carga de volumen de contenido para estudiar, de actividades prácticas y evaluativas es más que simplemente las horas que se registran de cursado. Entonces hay un problema de diseño en los planes”, sostuvo Julio Aguirre, responsable de la secretaría Académica.

    ✔ Programa de “sinceramiento” curricular

En torno a este asunto se ha planteado desde la Secretaría una serie de proyectos. El más importante es el de sinceramiento curricular, una iniciativa que busca detectar las carreras con los principales problemas de demora, seleccionar algunas y empezar a trabajar en una propuesta —junto con todos los equipos de cátedras y los estudiantes— para conocer desde el punto de vista del estudiante, desde el itinerario real del alumno que atraviesa esa materia, cuánto tiempo real le demora cumplir con las obligaciones académicas. “A partir de esto volver a hacer la contabilidad de tiempo para ver cuánto demora en cada una de las materias y empezar a sugerir iniciativas de modificación en los diseños curriculares y en las planificaciones de cada una de las materias”, explicó el funcionario.

La iniciativa tiene dos propósitos:

  • Generará un informe que advertirá si los diseños curriculares tienen lo que se denomina el currículo oculto, es decir, aquellos aprendizajes que son incorporados por los estudiantes, aunque no figuren en el currículo oficial. El diagnóstico mostrará puntos críticos en distintos momentos de esas carreras que determinará como intervenir, qué es lo que habría que hacer en cada carrera  y en cada materia. Esto va desde problemas con correlatividades, inconvenientes con materias excesivas en sus contenidos, hasta materias que exceden la cantidad de actividades evaluativas que deben tener.
  • Esa tarea en talleres que se hace con docentes y estudiantes es en sí mismo un valor. Porque al visibilizar la problemática y trabajar el docente junto con el estudiante, ver su punto de vista y por lo que atraviesa, se empieza a trabajar en algo que es fundamental para cualquier cambio organizacional, que es cambiar el modo en el cual se percibe el problema. “Si los docentes —por ejemplo— siguen pensando que el problema de la demora es que los jóvenes no estudian y no cambian jamás el punto de vista, tampoco cambiarán su propia práctica, porque el problema está en el otro. Lo mismo pasa con los estudiantes, si consideran que el problema es que los docentes son demasiado exigentes o no evalúan bien, nunca verán otro punto de vista”, dijo el politólogo.

Este cambio —que supone un cambio cultural y en las prácticas docentes y de estudio— es a largo plazo. “No es algo que se resuelve cambiando una norma que determine que de ahora en más tienen que ser más cortas las materias, eso no tiene sustento”, indicó el docente e investigador de la UNCUYO.

Para Aguirre, no se puede diseñar un plan de estudio sin saber cuál es su estudiante real: “Contamos con buena información para saber qué hacen nuestros alumnos, hay que hacerla específica en cada carrera. Porque si bien uno construye un proceso educativo que define la formación de un profesional, la manera en que se desarrolla ese proceso cambia si esa persona es alguien que está 40 horas estudiando o si tiene que trabajar. Es decir, hay muchas estrategias pedagógicas para adaptar el proceso”.

Ante este escenario, no significa que debe haber una educación a la carta. En esa dirección, la Secretaría asume el compromiso de garantizar algo que es paradójico, que resulta ser el desafío de la educación:

“Los planes de estudio tienen que ser lo suficientemente “rígidos” para dar certezas respecto a la calidad de la formación, a qué tipo de profesionales capacitamos y qué competencias podemos garantizar para los graduados. Pero, además, deben tener la flexibilidad para poder adaptar las estrategias didácticas y los sistemas de evaluación y de cursada a estudiantes que tienen itinerarios de vida muy heterogéneos y diversos”.

    ✔ Reconocimiento de trayectos formativos

Otra prioridad para el área es lograr la forma de reconocer —en estudiantes que cambian de carrera o que están cursando la misma— los trayectos formativos que ya han hecho. Esto puede ayudar a los estudiantes a una mejor inserción laboral. Pero también —y porque cada vez hay más movilidad de los jóvenes entre carreras, universidades o países— la idea es poder reconocer lo que tienen hecho como procesos previos y que no tengan que empezar de cero, porque no son alumnos que recién arrancan, tienen un recorrido universitario.

“Si logramos mejorar nuestros sistemas de reconocimiento a esas trayectorias también vamos a impactar en la duración, porque muchas veces la demora es por estudiantes que cambian de carrera. Es decir, yo tomo desde que ingresó hasta que se recibió, capaz que estuvo 10 años, pero porque lo hice empezar de vuelta. Lo estoy reseteando constantemente y no le reconozco que ha tenido un proceso formativo y competencias que adquirió”, apuntó Aguirre.

Julio Aguirre, durante la presentación de los lineamientos de la gestión Académica 2023.

☛ Innovación educativa

Uno de los elementos de esto se relaciona con el desarrollo de nuevas tecnologías que impactan en la forma de enseñar y de aprender. Pero la innovación es un requisito que se despierta frente a cambios en los sujetos y en los contextos de aprendizaje. “A veces esos cambios son inducidos por la tecnología”, dijo Aguirre. En ese sentido, el académico considera que la innovación educativa no es incorporar tecnología porque está de moda, si no es ver —frente a cambios a nivel social, incluso generacional— las formas en las que las personas, los estudiantes interactúan, aprenden, experimentan o tienen experiencias laborales y de vida con esas herramientas, se insertan en el mundo y fundamentalmente cambian sus formas de relacionarse socialmente.

Frente a esos nuevos contextos, desde el área sostienen que se tienen que ir adaptando y aggiornando en las formas de enseñar, porque están cambiando las maneras de aprender en un escenario atravesado por el desarrollo de internet, la inteligencia artificial y dispositivos tecnológicos que permiten un acceso inmediato y profundo a información e incluso resolver problemáticas concretas.

“No era lo mismo dar matemática en el mundo pre calculadora que en el poscalculadora. A mí en la primaria me enseñaron a usar un ábaco. Durante mucho tiempo se prohibió el uso de la calculadora en las escuelas, luego nos enseñaron a usarla para hacer las cosas más rápido y eficientes. Ahora pasa algo similar. Yo le enseño a alguien hacer una regresión estadística a mano, pero te la hace una computadora en tres segundos. Entonces, es mucho más importante que yo le enseñe la competencia de comprender qué es lo que está haciendo, cuál es la problemática que está resolviendo con ese instrumento y cómo funciona”, agregó el profesional.

    ✔ Algunas propuestas

Ante este escenario, esos avances, esos cambios tecnológicos que transforman las prácticas profesionales y pedagógicas tienen que ser incorporados. Y en esa dirección, hay todo un eje vinculado a la innovación, que a su vez pone a la Universidad —y esto se relaciona con la pandemia y la pospandemia— en el centro de la cuestión, que es todo lo vinculado con educación a distancia y educación virtual.

Es decir, cómo se puede avanzar en formas no presenciales, modos de educar que no involucran necesariamente la presencialidad física en el aula. En ese camino, se desarrolló un programa para los estudiantes de las secundarias de la UNCUYO, el For+, con cursos de formación complementaria. Los jóvenes obtienen su analítico cuando egresan, pero además reciben una certificación de que adquirieron competencias vinculadas a diversas temáticas de su interés, como programación, historieta digital, sostenibilidad, ciberacoso y ciberbullying.

Otra de las acciones que se encararon fue haber ido con docentes al canal de TV de la UNCUYO, Señal U, para que grabaran videos explicativos de calidad con profesionales. También se trabajó con el departamento de Marketing de la Universidad que diseñó gráficas interactivas para software, avatares con inteligencia artificial para que los jóvenes en la computadora interactuaran con un avatar que les fuera dando instrucciones de cómo ir avanzando en alguna actividad.

“Estas experiencias nos ayudan como Universidad a ensayar, a probar cosas distintas, a evaluar sus resultados, que funcionó mejor, que no y cuál es la reacción de los estudiantes. Entonces hay una especie de laboratorio de innovación educativa desde la secundaria misma que nos permite ir generando experiencias que después también son útiles para la educación superior con sus complejidades y sus particularidades”, expresó el funcionario.

Junto con la facultad de Educación también se está ofreciendo un ciclo de charlas y actividades sobre la irrupción y potencialidades de la inteligencia artificial, que van desde tratar de entender que es este fenómeno y sus características, hasta que tecnologías específicas se pueden utilizar en el aula, entre otros temas.

Otra idea interesante es que muchas de las formas de innovación educativa —a través de tecnologías que permiten educación a distancia— flexibilizan tiempos, haciendo referencia a estudiantes que trabajan. Y aquí aparece la formación asincrónica. Sobre esto, Aguirre aclara: “El joven, para formarse, no tiene que estar en un horario fijo, sino que puede hacerlo cuando pueda. Atraviesa el mismo proceso formativo, accede a los mismos materiales, con la misma calidad y el resultado es que aprende y adquiere idéntica competencia. Esto genera una herramienta de posible inclusión educativa, porque gente que no puede ir a cursar va a poder igualmente atravesar el proceso. Entonces, es innovación en clave también de inclusión”.

En esta materia, el área también ha avanzado con un programa que da financiamiento a todas las unidades académicas y escuelas secundarias de la Universidad, una iniciativa para fomentar procesos de innovación educativa que vinculan la bimodalidad, es decir, grados crecientes de virtualidad con una estrategia de inclusión explícita. “La Universidad hizo una apuesta fuerte presupuestaria, técnica y de muchas horas de pensamiento abocadas a ello”, sostuvo el doctor en Ciencia Política.

    ✔ Lo que viene 

Pese a que esto es siempre una apuesta difícil de prever —porque hay bastante incertidumbre respecto a las promesas de muchas de estas tecnologías— aparecen algunas certezas. Porque del mismo modo que hoy es imposible pensar que se puede hacer un trabajo práctico sin googlear algo —hasta se transformó en un verbo el buscador—, muchas de las inteligencias artificiales y sus famosos chats —el ChatGPT por citar alguno— hoy es algo que se va a tener que incorporar.

Al respecto, Aguirre compartió una experiencia que protagonizó con sus estudiantes: “Después de que estuvieron varias semanas resolviendo un práctico que implicaba hacer cálculos estadísticos sobre sistemas electorales, yo les mostré cómo ese trabajo, con uno de los chats de la IA —si ponían la pregunta correcta— se los hacía la computadora en unos 20 minutos. Y lo más importante acá —independientemente de cómo llegaron a ese dato—, la competencia significativa en términos educativos es que ellos puedan entender cómo se construye esa información y la puedan interpretar. Luego, si lo hicieron con lápiz, goma y papel, con una PC, lo hizo el chat o metiendo datos en un Excel, es instrumental. Lo sustantivo es que comprendan la problemática, cómo se resuelve e interpretar el resultado”.

☞ Articulación con educación media e inclusión educativa

Desde la secretaría Académica se observa que —y esto a su vez es un fenómeno extendido en todo el sistema universitario— si bien ha ido creciendo la cantidad de ingresantes a la UNCUYO, la cantidad de aspirantes —las personas que se inscriben para ingresar porque quieren estudiar en la Universidad— creció mucho más. En 10 años, los aspirantes crecieron 80% y los ingresantes 25%, es decir, es una brecha cada vez más grande.

Y esto señala una problemática que está muy instalada en la agenda pública, que se relaciona con la brecha creciente entre las competencias de egreso de los estudiantes de la secundaria y las exigidas por las condiciones de admisibilidad de la casa de estudios. Para ocuparse de ello, la Universidad trabaja en la articulación con la educación media, en clave también de inclusión.

“Para poder estudiar medicina, ingeniería o lo que sea, un estudiante de pos secundaria tiene que poder saber hacer ciertas cosas. Yo lo voy a evaluar en un ingreso en eso y le voy a dar herramientas y preparar para ese examen. Pero —por ejemplo— una estudiante para ingresar a ingeniería debe tener ciertos conocimientos de matemática mínimos para que yo la prepare en lo que tiene que rendir. Si yo me tengo que ir tres años atrás en matemáticas porque no tiene sólidos esos conocimientos, es muy difícil que yo pueda hacer eso a nivel de la Universidad”, explicó Aguirre.

    ✔ Algunas acciones

Para avanzar y dar respuestas a la problemática, desde la Secretaría se trabaja en varias direcciones. Una de ellas es la posibilidad de acceder a cursos autoevaluadores —mediante plataformas masivas de educación a distancia—, donde los mismos estudiantes pueden reforzar conocimientos. De este modo, acceden a un producto diseñado por la universidad pública, que tal vez evite que tengan que ir a un ingreso privado, a un profesor particular o que algún miembro de la familia pueda acompañarlos en ese proceso y ayudarlos.

Para Aguirre, también profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, la brecha entre la educación secundaria y la superior ha generado una privatización en la construcción de los puentes para pasar de una a la otra: “Somos una universidad pública, no podemos quedarnos sin hacer nada frente a esa privatización. Cómo construimos puentes entre la educación secundaria y la educación pública es uno de los desafíos en los que debemos seguir trabajando".

Hay otras acciones concretas que se están desarrollando en materia de articulación con la Dirección General de Escuelas, en clave de orientación vocacional, como el trabajo que se hizo desde la Expo Educativa, donde se creó una red de orientadores vocacionales capacitados ofreciendo herramientas en este campo.

Se creó la plataforma Nexos con contenidos de orientación vocacional para estudiantes y docentes. Los jóvenes acceden a herramientas que los ayudan a elegir su carrera, a información sobre el autoconocimiento, y a contenidos vinculados con el acompañamiento y fortalecimiento de ciertas trayectorias académicas débiles en matemática y lengua. Y también hay materiales en la misma dirección, pero pensados para docentes. En esa línea, se capacitó junto con la Dirección General de Escuelas a docentes y gabinetes psicopedagógicos de la DGE.

Se impulsa el programa Sigamos estudiando, que consiste en ir con equipos de estudiantes tutores a las escuelas para trabajar junto con los directores y los docentes de esas instituciones. En este año y el año pasado se trabajó en escuelas en situación de vulnerabilidad y en la actualidad en establecimientos rurales.

Con esta propuesta se busca generar dos cosas:

  • Acompañar —con estudiantes universitarios avanzados de carreras pertinentes— a los docentes para reforzar las trayectorias débiles de los alumnos secundarios en distintos temas.
  • Que universitarios les cuenten a esos chicos cómo es la vida universitaria, qué implica estudiar en la Universidad, cuáles son las becas, cómo es el sistema de bienestar universitario y ayudarlos, además, a elegir una carrera.

"No tenemos que quedarnos de brazos cruzados, debemos ir a buscar a esos jóvenes. Ellos vienen y se inscriben. Más de 20.000 aspirantes tenemos todos los años y ese es el primer contacto. Pero quizás, podemos empezar antes e ir achicando esa brecha entre la educación secundaria y la superior todo lo que podamos, en un trabajo mancomunado con la DGE”, cerró el secretario Académico.

  • Clic aquí para consultar el documento completo con los tres ejes.

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