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Reflexiones sobre el teatro Mendoza

10 de noviembre de 2008, 17:23.

La reconocida dramaturga mendocina opina en esta nota acerca de la polémica surgida en torno de la histórica sala municipal.

Hace pocos días, en forma casi simultánea con la atroz decisión del Intendente de Capital de vender el Teatro Mendoza, asistí a la representación del Elenco Universitario, en la Asociación Bancaria.

El sólo hecho de que tengamos que hacer teatro en terreno bancario, ya demuestra cómo la ausencia de salas nos lleva a solicitar y/o alquilar espacios que jamás fueron imaginados para tal propósito.

Allí, en el hall de entrada se exhibían 50 fotografías de sitios actuales, donde antes funcionaban teatros. Sí. No es un error de tipiado o de imprenta: cincuenta fotografías.

Me he radicado en esta ciudad hace 45 años y cuando llegué, me contaron mendocinos horrorizados, cómo se había demolido el Teatro Municipal que quedaba en España y Gutiérrez. El terreno continuaba baldío, porque los donantes habían tenido la precaución de incluir como condición sine qua non, de que en caso de derruirse debía ser reemplazado por otra sala destinada al mismo fin.

Quevedo puso a los abogados y a los escribanos en el Infierno… No sé si fue algún colega quien halló el resquicio y se edificó un hotel que, sí, tiene una salita con algunas butacas, no muchas, y que se usa para congresos de ejecutivos u otras yerbas. Los donantes se estarán revolcando en sus tumbas.

Max Gregorcic nos dejó sin el Teatro Avenida. Sólo los adultos lo recordamos. Es una playa de estacionamiento ahora. Una de las 50 fotos que mostraban la necedad de funcionarios y la falta de compromiso de una población.

Y fue así como en 2008 contamos en Mendoza con tres salas construidas ex profeso para ser teatros: el Independencia, el Quintanilla y el Mendoza.

“Está viejo y arruinado”, dicen. “Es muy caro ponerlo en condiciones…”. En 2004 estuve en Londres en ocasión del estreno de mi obra Cóndor, en versión inglesa, en una sala del off. Por supuesto, con la boca abierta, recorrí el barrio denominado “West End” que es la zona teatral. El tema daría para varios artículos, pero sólo deseo contar esto: el teatro Drury Lane funciona, de manera ininterrumpida, en el mismo lugar, desde el siglo XVII. Ni siquiera lo cerraron durante la Segunda Guerra Mundial, mientras Londres era bombardeada. Como prueba y homenaje a aquellos artistas y a su coraje, una enorme bala nazi, que no explotó, está plantada en cemento, en el hall de entrada. Pero… claro… El Mendoza, que se edificó en 1949, es un teatro viejo…

Un teatro no es sólo un edificio. Es un ente con vida propia. Sus paredes conservan el eco de las voces que lo poblaron. Habría que besar ese escenario de madera, tierra de sueños que -sin moverse- navega por todos los mares, vuela por todos los cielos. Ilumina las mentes. Despierta las curiosidades. Genera inquietudes, grita verdades.

La gran Alejandra Boero, que falleció en 2006, dijo poco antes de morir: “Mi conexión con el teatro se da a partir de mi interés por la cultura, a la que considero la columna vertebral de un país”.

Pues Mendoza se está pareciendo al Jorobado de Notre Dame…

Un grupo integrado por profesores, alumnos, autoridades de la Escuela de Teatro de la UNCuyo, de la Asociación de Actores, del INT, nos entrevistamos con concejales. ¿Por qué? Porque el Concejo Deliberante, que autorizó la venta de numerosos inmuebles, puso un freno a la del Teatro Mendoza. Primero: por tratarse de un espacio público. Además, nos manifestaron, que era para escuchar otros razonamientos y recabar mayor información.

El día martes 4 del corriente me fui llena de esperanzas, porque aunque la licenciada Mariana Juri recitó su cassette elaborado por el Ejecutivo y se retiró, porque no le interesaba escuchar otras propuestas, seguida por el Ingeniero de la UTN que, al parecer, tampoco le importaban, se escucharon otras voces. Habló el ingeniero Daniel García Gei, quien ha restaurado una antigua capilla en Luján y se especializa en estas tareas.

Se propuso estudiar otras opciones. Empezar por el arreglo de las estructuras (aproximadamente 2 millones y medio de pesos) y seguir los arreglos en etapas. ¿Cuánto tiempo esperamos al Independencia? ¿Por qué no esperar al Mendoza?

Había un clima agradable. Se habló con calma y educación. Nadie agredió a nadie y se fijó el día 20 del corriente para una nueva entrevista en la que se comenzarían a estudiar las propuestas de restauración. El teatro no se puede vender mientras el Concejo no dicte la ordenanza autorizándolo y no lo haría.

Pero, hoy, 7 de noviembre, me entero por la prensa, de que en una “Asamblea” en la vereda del teatro, un grupo de jovencitos excitados, en una votación igualmente exaltada, decidieron “tomarlo”. Abrieron la cerradura y lo ocuparon.

Ahora, no sé. Espero que los teatristas sensatos, que aquellos que estuvieron en la reunión, logren transmitir a este malón que confunde violencia con democracia, el grave error cometido y se reinicien las tratativas.

Su supuesto fervor juvenil puede conseguir voltear un teatro.

A mi edad no temo decir verdades. Ya nada, ni nadie me asusta. Parece que se enfrentan la arrogancia de un intendente que no admite más razones que las propias, a un grupo que -no sé con qué fines- opta por embarrar lo que se consiguió, esforzadamente, por gente que amamos el teatro desde antes que ellos estuvieran ni siquiera en el proyecto de vida de sus padres.

Trabajemos para que la prepotencia de arriba y la prepotencia de abajo no trituren al teatro en el medio.

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