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Página 12: En la UBA “sólo el 50 por ciento de los profesores está concursado”

Para aumentar el número de docentes elegidos por concurso, y para transparentar y agilizar el trámite, la universidad puso en marcha un nuevo sistema informatizado. Consecuencias políticas. Desde marzo, los concursos de profesores podrán ser seguidos por cualquier persona vía Internet.

18 de febrero de 2005, 13:32.

Como los profesores detentan la porción mayor del poder en la universidad, la forma concreta en que son designados determina el grado de democracia de la institución. La comunidad académica acepta que la mejor forma es la elección periódica por concurso, es decir, mediante la evaluación de los docentes por parte de jurados imparciales y expertos en la materia en cuestión. El rector de la Universidad de Buenos Aires, Guillermo Jaim Etcheverry, dijo ayer que en la UBA “solamente el 50 por ciento de los profesores está designado por concurso” y, aunque consideró que “la cifra no es baja”, reconoció que “lo ideal sería que entre el 80 y el 90 por ciento estuviera concursado”. Por supuesto, sólo los profesores regulares, es decir, los concursados, pueden votar e integrar el gobierno universitario.

Las autoridades de la UBA pretenden llegar a fin de año con la mayor cantidad posible de docentes regulares. En esa dirección presentaron ayer, en el Centro Cultural Rojas, un nuevo Sistema Integrado de Concursos Docentes que, según las palabras del rector, “va a servir para transparentar y agilizar” el proceso.

¿Cómo? Fundamentalmente, a través de la informatización de gran parte del trámite. El director del flamante proyecto, Ernesto Chinkes, explicó que el sistema se basará, por un lado, en la Intranet, una red cerrada que conectará a las facultades de la UBA entre sí y con el Rectorado y el Consejo Superior. Y, por otro lado, en Internet, donde los docentes y también los aspirantes a serlo, así como el público, podrán acceder al sistema, inscribirse y seguir las diferentes instancias del trámite, saber quiénes concursan qué y el nombre de los jurados.

No sólo los profesores y cualquier persona podrán controlar el proceso sino que, además, los interesados recibirán un aviso (un mensaje al teléfono celular, un mail) informando sobre los avances que se vayan registrando. Y, hacia dentro de la universidad, “se va a facilitar la tarea de todos... Los decanos van a poder saber dónde están los expedientes”, bromeó y no tanto Eugenio Gallinar, director general del Consejo Superior y “memoria viva de la universidad”, como lo definió el rector.

La página web www.academica. rec.uba.ar/concurso será la puerta de entrada al sistema, cuyo desarrollo se vincula con otros proyectos desarrollados por la Secretaría de Asuntos Académicos de la UBA: los sistemas Integrado de Expedición de Títulos, en Línea de Consulta de Calificaciones del CBC y UBA XXI en Línea. Para que, en el caso de los concursos, los cambios entren en vigencia habrá que esperar hasta el mes que viene, cuando el sistema integrado empezará a funcionar. Que aún está a prueba quedaba demostrado, al menos hasta ayer, con sólo ingresar en la página web: como aspirantes a concursar, por ejemplo, el cargo de profesor de Cirugía y Traumatología Buco-máxilo-facial figuraban, en riguroso orden alfabético, Belgrano Manuel, Coelho Paulo y Mora Lola.

En un año electoral para la UBA, en cuyo segundo semestre los profesores regulares elegirán a sus consejeros y, luego, serán votados los decanos de facultades y el futuro rector, plantear cambios para el sistema de concursos implica una lectura política. “Lo principal es que el nuevo sistema va a acelerar los plazos. Va a permitir que el Consejo Superior de la universidad controle a las facultades, las apure cuando haga falta o, si es necesario, las salte y llame directamente a un concurso –confió un funcionario–. No puede ser que, en algunas facultades, la cantidad de profesores concursados alcanza para formar una sola lista de candidatos en las elecciones.” De hecho, el manejo de los padrones, a través de la digitación más o menos flagrante, más o menos clientelar de los concursos, es una práctica culturalmente instalada en las universidades nacionales.

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