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Los Andes-Sábado 19: Paisaje después del paisaje

Por Silvia Benchimol, profesora de Bellas Artes, Investigadora del Arte, UNCuyo

22 de febrero de 2005, 11:04.

El paisaje ha inspirado a pintores y escritores regionales de modos conceptivos muy variados que se movilizan entre objetivismo y subjetivismo radicales, entre naturaleza y geometría.

Entre la plástica figurativa, en la que el paisaje es \"icono\", y la no figurativa, en la que éste se transmuta, o mejor dicho desaparece, en extensiones de color y geometría lineal de pureza plástica, existen posibilidades expresivas diversas objetivadas por la pintura e instituidas en tradición artística. La pintura regional ha afirmado con preferencia la primera concepción.

Eduardo González transgrede la entelequia que bifurca los caminos de las dos estéticas. Sus pinturas podrían llamarse contrapuntos visuales porque se deslizan con fluidez entre figuración y no figuración, alejándose del “icono” hacia la metáfora, o a la inversa, con total dominio de su programa plástico de libertad expresiva a través de la permutación de dimensiones poéticas.

En el conjunto de pinturas 2003 - 2004 se podría interpretar como experiencia originante a un esquema abstracto. Sin embargo, el artista introduce texturas cromáticas y transparencias, visiones del paisaje -oscilante entre escalas micro y macro- difícilmente separables de una experiencia ultrasensible de la naturaleza.

Así es que la transfiguración ficcional orienta a la mirada sobre los cuadros en los que se despliegan en planos la cromaticidad translúcida de la distancia, la iridiscencia de la nieve, los dibujos del agua en la tierra, la arquitectura de nubes y follajes, la montaña. Los objetos en sí, su dimensión cotidiana, no interesan estéticamente al pintor. No es la montaña, sino la trama de luz que hace visible el interior mineral; no es la nieve sino su estructura cristalina.

Del esquema abstracto conserva sólo una red de horizontales y verticales fragmentarias, huellas de la vivencia geométrica que provee un orden oculto de paralelos y meridianos a imágenes que podrían interpretarse como cartografías de la realidad concreta. Y ésta, transformada en una entidad a medias percibida, imaginada e inventada aparece con los relieves ilusorios de un espejismo. La imagen diseñada con la levedad del reflejo de su propia refracción, color liberado de los objetos pero no de sus texturas y pliegues superficiales, configura sobre el cuadrado mapas translúcidos trazados por la luz en desplazamiento diagonal.

Cada cuadro es una sugerencia cromática, una evocación imaginario - pictórica en la que Eduardo González renuncia tanto a la representación de lo percibido como a la abstracción matemática para construir metáforas de la belleza con permutaciones poéticas, entre aquello que queda en la memoria y en la imaginación después de la percepción, y los resabios de conocimiento de la intuición geométrica de naturaleza y pintura. Intercambios entre dimensiones de diferentes escalas, entre estéticas anteriores a toda experiencia y posteriores al conocimiento. Paisajes después del paisaje, pinturas más allá de la pintura.

Itinerario

Egresado de la Facultad de Artes de la UNCuyo. Especializado en pintura mural en la Esc. Sup. \"Ernesto de la Cárcova\" en Bs. As. Cursa la maestría en Arte Latinoamericano. Es director de la carrera de Artes Plásticas y docente de la cátedra de Pintura y Dibujo en la UNCuyo.

Algunos de sus numerosos premios: Primer Premio Concurso Pintura Mural (1970); Primer Premio Pintura, en La Boca; Primer Premio Dibujo (1981) Bienal Municipalidad de Mendoza; Primer Premio Pintura (1987) Salón Vendimia de Artes Plásticas, Mendoza; Primer Premio Acuarela (1989) Fundación Chiapasco, Mendoza.

Desde 1989 participa en proyectos escenográficos en la Fiesta Nacional de la Vendimia. En los años 2000, 2003 y 2005 gana por concurso el Diseño de las Cajas de Luces de la Fiesta Nacional de Vendimia.

Tiene numerosas muestras individuales y colectivas en Mendoza, San Juan, Córdoba, Río Cuarto y Capital Federal.

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