Saltar a contenido principal Saltar a navegación principal

“Tenemos que utilizar más la cooperación descentralizada”

La disertación “Propuestas de Cooperación para el Desarrollo” fue parte de la oferta del jueves pasado para el seminario-taller sobre Cooperación Internacional organizado por la UNCuyo. La encargada de exponer el tema, Inés González, es directora de Cooperación Internacional de la Universidad de Buenos Aires, en la que dicta la cátedra “Globalización y Política de Educación Superior”. Lo que sigue es una síntesis de su planteo.

03 de octubre de 2003, 18:11.

La licenciada Inés González, afortunadamente para el provecho de la audiencia, tuvo la habilidad de saber entretejer las formulaciones intelectuales, que continuamente trata en su cátedra, con las posibilidades concretas de desarrollo en lo referente a cooperación internacional. Hay dos conceptos que resumen su visión del panorama actual y de lo que debe hacerse: Globalización – Nuevas estrategias.

Globalización

A partir de un proceso mundial, que apareja múltiples facetas, es lógico que se presenten aspectos positivos y negativos. El beneficio de la globalización para la cooperación internacional es que se puede acceder a una mayor cantidad de información y a una más amplia diversificación en las fuentes de financiamiento. El costado flaco es que, justamente como estamos en un período de reinserción en los nuevos mercados regionales, la cooperación tradicional, la llamada ‘país-país’, se retrae y es menor dentro del flujo global.

Puntualmente en el caso de Argentina, el estar desde el año pasado reclasificados como receptores de cooperación internacional, nos desafía a buscar mecanismos poco explorados de cooperación. Aunque parezca contradictorio es así. Inés González lo explica de esta manera: “En cierta forma no estar clasificados como receptores de cooperación, hasta 2001, era un retroceso, porque el PBI que teníamos no era representativo. Es que el PBI no es un buen indicador para clasificar, porque dentro del territorio argentino hay distintas poblaciones; el ingreso de un residente de Resistencia, Chaco, no es el mismo que uno de Capital Federal. Ya desde el vamos era irreal. Pero lo cierto es que el PBI que habíamos alcanzado hacía que no fuésemos más receptores de cooperación. Con la crisis, el PBI cae estrepitosamente y el 15 de julio de 2002, en una reunión en Ginebra, se nos vuelve a reclasificar como receptores de cooperación internacional. Por supuesto que esto trae ventajas, el problema es que al verse retraída la cooperación al ámbito ‘país-país’, a nosotros se nos pone más difícil. Es decir, a pesar de estar en crisis el PBI no es el mismo que el de Bolivia y si vamos a competir en el mismo proyecto, el donante prioriza a este país, que es el de mayor necesidad.” Por eso la licenciada González piensa en un modelo de gestión para contrarrestar esta relativa desventaja. Propone centrarse en las regiones más críticas, con mayores problemas y recurrir en ellas a la cooperación descentralizada.

Nuevas estrategias

La cooperación descentralizada es toda aquella que no se establece por el contacto entre países a través de sus gobiernos nacionales. En ésta no interviene cancillería ni ministerio alguno. El contacto es directo entre el donante y el que recibe el beneficio. Es la colaboración brindada por organismos no gubernamentales, fundaciones, empresas y entes de gobierno regionales. De esta manera, según González, una vez discriminados los focos de mayor crisis en la Argentina, una posibilidad aconsejable sería entablar lazos de cooperación con determinadas regiones que proveen este tipo de apoyo. Tal es el caso de la región Piamontesa, en Italia o la Generalitat de Catalunya, en España, que actualmente sostienen financiamiento para Pymes y ONGs.

A la hora de competir con los países vecinos en proyectos de cooperación Argentina tiene un punto a favor y es la calidad de sus recursos humanos. Para Inés González nuestro país tiene que aprovechar sus dos potencialidades: recursos humanos preparados y recursos territoriales que optimizan el desarrollo del proyecto. “No hay que trabajar desde el asistencialismo –afirma la directora de Cooperación Internacional de la UBA . Por ejemplo, si desde afuera nos brindan financiamiento para sanidad, nosotros debemos emplear a las universidades que cuentan con facultad de medicina, para aportar los programas de asistencia técnica médica. Tenemos que canalizar esto a través de la cooperación descentralizada y usarlo como efecto multiplicador, pues si el proyecto del ejemplo, por decir, se desarrollaba en Mendoza, la misma experiencia podría replicarse en Córdoba. La idea es transmitir esa forma de trabajo a otra región para que allí puedan desarrollar áreas no necesariamente idénticas, pero sí afines.”

Una estrategia como la planteada ensancha el espectro de líneas de cooperación a las que presentarse. El camino a seguir para desenvolverse en este escenario requiere de algo fundamental: que las universidades caigan en la cuenta de que pueden servir de nexo entre ONGs, municipios y empresas, en lo concerniente a asistencia y transferencia técnicas.

Contenido relacionado