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Rossini a toda orquesta

21 de noviembre de 2008, 17:12.

STABAT MATER. La Sinfónica de la UNCuyo, dos coros y cuatro cantantes ofrecen esta obra del compositor italiano.

La Orquesta Sinfónica de la UNCuyo presenta hoy uno de sus conciertos más importantes del año. Es que el conjunto dirigido por David Handel ofrecerá en dos presentaciones, hoy y mañana, el Stabat Mater, de Gioacchino Rossini, una obra para orquesta, coro y solistas que representa una de las facetas menos conocidas del creador de El barbero de Sevilla.

El programa será completado con dos oberturas mucho más frecuentes en los conciertos, al menos de Mendoza: La forza del destino, de Giuseppe Verdi, y la de la Cavalleria Rusticana, de Pietro Mascagni.

A tono con lo que viene siendo una especie de aplaudida tradición en los conciertos de los últimos meses del año, los conciertos de hoy y mañana tendrán sin embargo como detalle destacado el hecho, ya mencionado, de que la obra principal es muy poco frecuente, y no sólo en Mendoza.

“No estamos seguros de si se ha tocado antes esta obra aquí, lo que está claro es que hace mucho tiempo que no se interpreta”, confirma Handel, titular de la orquesta universitaria, y responsable de elegir esta obra.

Según el conductor estadounidense, “la pieza es muy poco interpretada a nivel mundial, a pesar de que se trata de la obra más importante de Rossini fuera de las óperas”.

Pero, ¿qué tiene de particular esta misa de un compositor cuyas obras sacras son tan poco populares? Para David Handel, en el Stabat Mater (estrenado en 1842) “el compositor demuestra su capacidad como orquestador y su manejo como contrapuntista, algo que se aprecia especialmente en el Amén final. Y también aparece su virtud como autor para el canto. Aprovecha la capacidad vocal del cantante con un enorme rango”.

La obra de Rossini que interpretará hoy y mañana la Sinfónica tiene, además, una historia externa a la partitura más que interesante. En principio, fue encargada por un clérigo español al compositor, cuando éste ya estaba retirado (“y dedicado a cocinar”, como apunta Handel). Rossini pidió que sólo fuera interpretada en conciertos privados y compuso los números 1, 5, 6, 7, 8 y 9. Luego abandonó la creación por problemas de salud y su ex discípulo Giuseppe Tadolini debió completar los movimientos 2, 3, 4 y 10.

El texto es puramente cristiano: narra el sufrimiento de María a los pies de la cruz en la que agoniza su hijo Jesús. Pero a pesar del tema lúgubre, “hay algo de operístico en ella y hasta podemos decir que se escuchan antecedentes del verismo que luego encarnaría Verdi”, según Handel.

El director de la Sinfónica tiene especial afecto por está poco transitada misa de Rossini. “Tiene muchas exigencias para los cantantes. A mí me fascinó esta obra cuando la conocí hace 11 años y desde entonces la he dirigido bastante. Realmente es un gusto conducirla frente al público y a músicos que no suelen tocarla”, reconoce David Handel.

Justamente, y para hablar del nivel actual de la orquesta que el director norteamericano dejará (no sin cierta polémica) en diciembre, Handel dice que “el nivel y toda la capacidad está ahí. Tengo diferencias con la estructura institucional y eso afecta la parte laboral, pero los músicos son muy buenos. La fila de cuerdas es bastante reducida, por supuesto. Pero tomando en cuenta la apertura de las autoridades, que han contratado músicos extranumerarios cuando la magnitud de muchas obras lo han pedido, se nota cuánto se puede hacer con esta orquesta. Claro que siempre hay que trabajar mucho para conseguir la concepción que uno desea como director, sea frente a la Filarmónica de Berlín o a la Sinfónica de la UNCuyo”.

Como nota final, Handel deja abierta una crítica que se cae de madura: “Me parece fantástico que Mendoza pueda tener dos orquestas, la Filarmónica y la Sinfónica. Lo que no me puedo explicar es por qué se mantienen dos orquestas, cuando ninguna de las dos tiene la cantidad de músicos que debería...”.

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