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Los Andes-Sábado 5: Un latinoamericano en la filosofía europea

Por Arturo Andrés Roig

08 de febrero de 2005, 12:18.

El doctor Oward Ferrari, filósofo egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo en 1951, jubilado actualmente como Maestro Titular de la Universidad de Toulouse (Francia) -en la que se ha desempeñado con notable éxito y por muchos años- acaba de publicar un significativo libro, editado por una de las más prestigiosas editoriales francesas de nuestros días, Presses L’Harmattan, con excelentes comentarios de los medios periodísticos en los que se dan noticias bibliográficas. En las páginas de L’Humanité, del 22 de setiembre de este año, se ha dicho, acertadamente, que el libro del doctor Ferrari se define entre los que están a favor de mundializar una razón liberadora. Por lo demás, la obra es fruto de muy serias lecturas de los grandes clásicos de la filosofía, a los que aborda con un rigor y un notable nivel que ya le conocíamos los que alguna vez escuchamos sus clases y conferencias dictadas en nuestra Facultad, aquí en Mendoza, totalmente compatibles, además, con la fuerte tradición de rigor típico de la docencia francesa.

Publicar la versión castellana de una obra de estos alcances es, sin duda, a la vez una necesidad y un merecido reconocimiento a su autor cuya labor de maestro es ya reconocida internacionalmente. El libro, que lleva un título ciertamente fuerte, nos pone ante la contradicción, vivida por el mismo Ferrari, entre una \"Europa\" o, si se quiere, un Occidente, \"de la razón\" y el otro \"de la barbarie\". Para muchos, habituados a pensar el Mundo Occidental, del que de algún modo formamos parte, como la cuna de la \"civilización\" y, más aun, como su \"modelo por excelencia\", es probable que la Europa bárbara de la que nos habla se presente como un contrasentido. Pero no lo es y, justamente, el libro de Ferrari nos muestra cómo pueden convivir ideales nobles y hasta desinteresados de tantos grandes pensadores, con la bestialidad y la brutalidad. No hay nada más que recordar las dos guerras mundiales, así como la política colonialista ejercida principalmente por Francia e Inglaterra. Viene al caso recordar, para que no se vaya a creer que estas observaciones son nuevas, que ya Juan Bautista Alberdi, en 1871, ante las atrocidades de la Guerra Franco-Prusiana, concluyera que el \"culto\" y \"civilizado\" Bismarck se hubiera entendido muy bien con el \"bárbaro\" e \"incivilizado\" Facundo Quiroga de nuestras tierras. Por cierto que con esta cita no estamos adhiriendo a las imagen sarmientina de Facundo, ni menos aún a la de los \"revisionistas\" argentinos, pretendemos tan sólo recordar un caso importante del reconocimiento de la barbarie europea por parte de uno de nuestros doctrinarios tal vez más europeizantes que hayamos tenido.

A propósito de la oportuna tesis de Ferrari, digamos que en ella no se trata de mostrar facetas de la vida europea y ahora, por cierto, también norteamericana, como hechos excepcionales, sino de algo constitutivo de los proyectos imperiales que la humanidad viene padeciendo, en particular desde fines del siglo XVIII y con incontenible fuerza en los siglos XIX y XX, sin que queden al margen los primeros años del actual milenio. En efecto, tan atroz ha sido la guerra de Argelia movilizada por la \"culta Francia\", como lo fue después la de Vietnam, iniciada por los colonialistas franceses y continuada por las tropas norteamericanas o como lo es actualmente la guerra de Irak.

El interés fundamental de Ferrari radica en mostrar que frente a esos hechos -y si citáramos los no mencionados no nos alcanzarían estas páginas-, ha habido intelectuales que salieron a reclamar por un mundo \"racional\" en el que imperara la justicia y no la brutalidad y el asesinato; intelectuales críticos de la violencia y doctrinarios de la paz. Desde este punto de vista lleva a cabo nuestro autor una defensa de la racionalidad, más allá de las críticas que han pretendido acusar a la misma razón como fuente, precisamente, de irracionalidad. En este sentido hay por parte de Ferrari una clara toma de partido que bien vale la pena meditar. Su lectura de Kant, y particularmente, la de Hegel que ocupa la mayor extensión de la obra, es fruto de una mirada esperanzada desde la que se pretenden rescatar, más allá de las contradicciones, los valores doctrinarios de ese largo y sostenido relato de libertad y de humanidad.

La lección de fe que surge de las páginas de este autor, que ha sufrido en carne propia la brutalidad y la infamia, indudablemente debe ser escuchada por lo mismo que es fruto de una experiencia vivida intensamente y por cierto no ajena al dolor y a la esperanza. Se trata de una lectura llevada adelante con una valentía aleccionadora expresada en un mundo en el que hay quienes predican el conformismo y el irracionalismo con sus múltiples máscaras.

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