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La Nación-Domingo 19: En busca del conocimiento perdido

Científicos argentinos radicados en el exterior impulsan una iniciativa tendiente a revertir la incesante pérdida de capital intelectual y desarrollo tecnológico provocada por la fuga de cerebros. Ya no hablan de volver, sino de cooperar desde sus puestos actuales. Mañana formalizarán con el Gobierno la puesta en marcha del proyecto

20 de diciembre de 2004, 12:35.

¿La selección de fútbol debe armarse con jugadores locales o con los jugadores argentinos más necesarios, aun cuando estén haciendo goles en otros países? La experiencia del deporte sugiere que los mejores deben ser convocados a ponerse la camiseta, sin importar dónde estén trabajando. Los beneficios son muchos: al capital inicial que se llevaron cuando partieron han sumado la experiencia adquirida en los torneos más exigentes del mundo y ahora ese perfeccionamiento puede jugar en favor del país.

Una idea similar inspiró a profesionales argentinos radicados hace muchos años en el exterior, parte de la famosa fuga de cerebros que desde hace décadas desangra nuestro capital intelectual y científico. Este grupo de graduados decidió impulsar una vía que les permitiera devolverle al país al menos parte de lo que habían recibido en sus años de formación. Y lo hicieron a través de una iniciativa que marca una vuelta de tuerca en todos los proyectos que hasta ahora intentaron recuperar el conocimiento perdido: no se trata esta vez de impulsar la repatriación de los que se fueron sino de generar redes de cooperación e intercambio a través de las cuales los que están en el exterior puedan hacer su aporte al desarrollo local.

La iniciativa tuvo eco en el Gobierno: mañana comienza en Buenos Aires el encuentro \"Cooperación Científica y Tecnológica desde la Diáspora para el desarrollo y empleo en la Argentina\", que promete dar el empujón inicial para poner en marcha acciones concretas: por lo pronto, el titular de la Secretaría de Ciencia y Técnica (Secyt), Tulio Del Bono, anunciará la creación de un fondo para subsidiar a empresas locales de base tecnológica que se asocien a investigadores argentinos empleados en compañías del exterior. El Gobierno financiará el inicio de los convenios que se vayan firmando con cuatro subsidios no reembolsables de 5000 dólares cada uno.

Durante el encuentro, organizado por la Asociación Argentina Norteamericana para la Ciencia, la Tecnología y la Cultura (Anacitec), la Asociación de Profesionales Argentinos en el Reino Unido (Aparu) y el Centro de Estudiantes y Graduados Argentinos en EE.UU. (CEGA), junto con los Ministerios de Trabajo y de Educación, quedarán también delineadas las principales áreas de interés para desarrollar: Tecnología de la Información y la Comunicación (TICs) y Biotecnología. \"Son sectores de prioridad estratégica -dijo la responsable del Programa Raíces de la Secyt, Agueda Menvielle-; nuestros desarrollos todavía tienen reconocimiento internacional y pueden expandirse, y en TICs todavía nos falta desarrollo y capacitación de recursos humanos.\" Menvielle estima que hay casi 7000 científicos y tecnólogos argentinos residentes en el exterior, de los cuales 2600 ya están en la base de datos Raíces. En el encuentro -auspiciado por el Programa Raíces de la Secretaría de Ciencia y Técnica (Secyt), el Instituto Tecnológico de Buenos Aires y la Cancillería- participarán también, entre otros, el titular de la cartera de trabajo, Carlos Tomada, su par de Educación, Daniel Filmus, el embajador en EE.UU. José Bordón, el secretario de Industria, Alberto Dumont, y el presidente de Asociación Argentina Norteamericana para la Ciencia, la Tecnología y la Cultura (Anacitec), Enrique Mesri, director del Laboratorio de Oncogénesis Viral y Profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cornell, en Nueva York.

Desde los EE.UU., a horas de llegar a la Argentina, Mesri da la medida del entusiasmo generalizado entre quienes iniciaron el camino: \"En Junio juntamos en Washington a 80 personalidades para estudiar el problema; teníamos miedo pero al finalizar sólo recibimos agradecimientos. Gracias a ese envión, impulsamos este segundo encuentro con la participación y apoyo del gobierno argentino, lo que habla de un acercamiento y un diálogo inéditos\".

Desde el lado del Gobierno, también hay optimismo. Marta Novick, subsecretaria de Programación y Estudios Laborales del Ministerio de Trabajo, precisa hacia dónde se enfoca el esfuerzo: \"Tenemos expectativas sobre lo que puede surgir en este intercambio tan novedoso. Nuestra prioridad es incorporar recursos que permitan crear empleo de alta calidad y que tengan capacidad de generar valor agregado\".

De la nostalgia a la acción

Podría sorprender que quienes están en el exterior, en muchos casos con carreras desarrolladas en instituciones de prestigio internacional, sean quienes impulsaron esta novedosa forma de cooperación para el desarrollo. ¿Qué necesidad tenían? Aldo R. Boccaccini, doctor en ingeniería nuclear, profesor e investigador en el Imperial College de Londres y presidente de Aparu, responde de esta manera: \"A los emigrados, este proyecto nos da la posibilidad de agradecer lo que el país nos dio y transformar la nostalgia en acciones\".

Devolver a la Argentina lo que hizo por mí. Ese fue el lema con el que Boccaccini comenzó las reuniones en el bar de la Universidad. \"Al principio éramos cuatro o cinco personas y, en poco más de un año, ya logramos reunir a casi 300 socios con los que intentamos beneficiar a nuestro país desde el exterior\", dice en diálogo telefónico desde Londres.

También lejos de casa, en Washington, Emilio Bunge, presidente de CEGA y gerente senior en Development Finance International Inc., asegura que \"es mucho lo que podemos hacer\". Su propuesta apunta a no cerrar los proyectos al ámbito científico: \"El país necesita abogados que registren innovaciones en el exterior, empresarios que puedan encontrar nichos de mercado, gente con influencia que pueda solicitar servicios de empresas en Argentina, facilitar alianzas, transferencia de tecnologías y acceso a capitales\". Eso permite apreciar la variedad de sectores que pueden ser estimulados.

Hasta hoy el Estado argentino invitó a los científicos a regresar, por ejemplo, con políticas de repatriación lanzadas tras el fin de la última dictadura militar. Pero el único retorno definitivo fue el de la democracia: buena parte de los repatriados debieron emigrar nuevamente.

El programa Raíces mantiene una oferta de repatriación, que se ha ampliado con las Becas César Milstein para financiar estadías de tres meses a un año en el país, y con los Subsidios de Retorno. Con este plan vigente, desde junio retornaron cuatro científicos que habían recibido su doctorado en el exterior y tres más preparan sus valijas para volver en los próximos meses. Además, la agencia de investigaciones de la SECyT es el único sector del gobierno que triplicó su presupuesto en tres años. Uno de los objetivos de ese crecimiento es poder retener a los investigadores.

Sin embargo, Argentina aún no ha articulado un traspaso de los saberes científicos al mundo empresarial y eso limita la posibilidad de incorporar innovaciones al desarrollo de nuevos productos. Por eso, por ahora, la propuesta que despierta más entusiasmo aquí y en el exterior es la de armar una \"red de talentos argentinos\" que, desde distintos lugares, logren transferir conocimientos y oportunidades que aquí no se podrían alcanzar.

Entre mayo y julio de 2003, los investigadores Gabriel Yoguel y Adolfo Nemirovsky entrevistaron a 185 científicos que trabajan en el exterior. De esa encuesta (ver cuadros) surge claramente, entre otras cosas, que para lograr un verdadero desarrollo de la ciencia en nuestro país se necesitan también esfuerzos gubernamentales. El 70 por ciento dijo que la información sobre oportunidades para desarrollar intercambios con Argentina la recibían a través de sus colegas en el país, el 38 por ciento a través de familiares y amigos y, el 10 por ciento, mediante organizaciones profesionales argentinas o -sólo el 6 por ciento- a través de organizaciones vinculadas al gobierno. Precisamente, uno de los desafíos es aumentar la influencia de estos dos últimos. \"Todo el apoyo voluntario es bienvenido pero para el éxito de estos planes es necesaria cierta institucionalidad a largo plazo. Esto requiere que se incluya más diseño y conocimientos en la especialización de la estructura productiva argentina\", afirma Gabriel Yoguel, economista e investigador de la Universidad Nacional de General Sarmiento.

Las experiencias de otros países -Brasil, para tomar un ejemplo cercano- sugieren que el sector empresario debería aumentar su inversión en investigación y desarrollo, y que esta vinculación con el sector científico debería constituir una política de Estado -y no sólo de un gobierno- que orientara el perfil productivo hacia la incorporación de innovaciones a la producción nacional. Así los jóvenes que se forman en las universidades argentinas tendrían más posibilidades de viajar para perfeccionarse sin necesidad de intentar no volver.

Excelente nivel

Funcionarios de la embajada estadounidense que realizaron un informe durante 2004 sobre el trabajo de los científicos argentinos, a los que califican como de excelente nivel, destacaron las dificultades que tienen los investigadores locales para patentar sus trabajos en Europa y EE.UU. Justamente, quienes están afuera, por ejemplo, podrían coordinar las gestiones para facilitar el patentamiento de nuevos productos.

La potencialidad de nuestra diáspora es mayor de lo que parece y su aporte al país, hasta hoy, es menor de lo que podría ser. ¿Qué puede pasar si el país los convoca desde una institución que le dé estabilidad a la propuesta, les ofrezca una camiseta celeste y blanca oficial, y los invite a jugar para la Argentina?

\"Ellos nos ayudarán a acercarnos a la sociedad del conocimiento\", contesta el ministro Daniel Filmus, quien sostiene que esa actitud de incansable resistencia ha fortalecido a los investigadores. Y agrega: \"Nuestros científicos son muy creativos y, pese a las dificultades, nuestra formación sigue siendo muy buena. En el exterior, además, se contactan con tecnología de punta y despliegan todo lo aprendido. A diferencia de los futbolistas, que tienen una vida útil corta, a nuestros científicos los podemos aprovechar durante mucho tiempo. Los convocaremos mañana, en el encuentro, y los esperamos siempre\".

Hay antecedentes de países que cuentan con un importante apoyo de sus emigrados. Los armenios, israelíes e hindúes que trabajan en Estados Unidos colaboran con sus países de origen. Lo sabe bien el ministro Daniel Filmus, cuyo hermano Jorge es un reconocido investigador en Canadá que no puede volver, pero ayuda, por ejemplo, abriendo camino a los graduados argentinos en su Universidad. \"En algunos casos al país le conviene que estén afuera y trabajen con nosotros en red\", dice Filmus.

Por otra parte, una de las pocas coincidencias entre economistas de las más diversas escuelas es que nuestro país debería incorporar valor a lo que produce y a las formas de producir. Según datos de la Secyt, el país exporta por un valor de u$s 0,40 por kilo e importa a razón de u$s1,30 por kg. Esa brecha se podría acortar si se fortaleciera el lazo con quienes se están perfeccionando en el exterior y quieren transformar la fuga en ganancia de cerebros. Quizá sólo el excluido y el indiferente, por motivos distintos, están alejados de un proyecto común de nación. Nuestra historia nos permite comprobar que tanto se puede perjudicar al país estando aquí como influir positivamente a la distancia. Hoy los kilómetros no son una frontera entre quienes lo engrandecen y quienes no. Especialmente desde el acceso masivo a Internet, iniciativas como ésta, de bajo costo, pueden encontrar en la web un instrumento ideal para actualizar con velocidad los pedidos y ofrecimientos.

Quienes diseñaron este proyecto imaginaban que algún día emprendedores locales se podrían vincular con argentinos que trabajan en grandes empresas para generar aquí Pymes que produzcan en cooperación. Ese sueño puede empezar a despertar mañana por la noche.

No es casualidad que organicen el segundo encuentro aquí a fines de diciembre. Vienen a brindar con sus familias y aprovechan para ofrecer sus saberes y contactos. También se han brindado en años anteriores, cuando venían para Navidad y Año Nuevo y daban alguna conferencia e intercambiaban datos con sus colegas en un bar porteño. Este año, por primera vez, lo harán en dependencias oficiales.

Nuestro país tiene una gran diáspora. Numerosa. Valiosa. Que no olvida y busca maneras de comprometerse, de estar. Que invita a repensar la idea de que \"abandonaron el barco\" y se ofrece para reconstruirlo, aportando sus talentos no tan fugados.

Ponerse la camiseta

La diáspora participa. En las últimas elecciones presidenciales votaron 5241 argentinos en distintos consulados. Si el país se gobernara según esos votos el presidente hoy sería Ricardo López Murphy, quien ganó con el 46,49% de los votos, superando a Néstor Kirchner, que obtuvo el 18,20%.

Además de votos, miles de emigrados envían dinero. Cuando termine este año habrán ingresado al país casi mil millones de dólares enviados por los trabajadores emigrados, según el cálculo que hacen los responsables del programa Provincia 25, que se ocupa de los expatriados desde la Secretaría de Provincias del Ministerio del Interior. Aunque se estima que la formación de cada científico emigrado le ha costado al país aproximadamente 25 mil dólares, las remesas que éstos envían representan hoy una ayuda clave para la economía nacional.

Tanto el dinero como los votos indican cierto nivel de participación. Indican que los que se fueron, tal como dicen los científicos que impulsaron el encuentro de mañana, \"se ponen la camiseta\". Uno de los debates que plantea esta política de cooperación es si sólo debe incluir a científicos y técnicos, o si también hay campo para el aporte de otros emigrados. Porque el intercambio que se busca en el ambiente científico podría ampliarse a las ciencias sociales y a otros campos de la creación. Buena parte de los argentinos que viven en el exterior podrían ayudar a difundir productos culturales o espectáculos. También podrían aportar sus conocimientos para la realización de coproducciones u orientar en la búsqueda de financiamiento para artistas e intelectuales.

Es decir, la comunidad argentina que ha emigrado y que no quiere perder sus vínculos con el país podría actuar como la sociedad civil que complementa, monitorea y apoya la tarea que en este sentido deben realizar los diplomáticos. Desde sus actuales lugares de residencia, también podrían aportar lo que han aprendido sobre las sociedades en las que viven y transmitir lo mejor de esas experiencias para enriquecer nuestra cultura. Después de todo, el desarrollo está atado a la capacidad de los seres humanos para relacionarse.

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