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Clarín: El festival de la ciencia convocó a 55 mil personas

En 12 días hubo más de 200 actividades gratuitas. Organizaron la Ciudad y la UBA.

15 de noviembre de 2004, 13:40.

Unas 55 mil personas asistieron al Festival Buenos Aires Piensa, que terminó ayer, según el Gobierno de la Ciudad, que lo organizó junto con la Universidad de Buenos Aires (UBA). Se trató de la primera edición de este evento previsto como bianual, que concentró más de 200 actividades gratuitas y en el que se buscó acercar los temas de ciencia y tecnología a la gente, con una atención especial en los chicos.

\"Los que más preguntaban eran los chicos y los más viejos, que son los que tienen menos inhibiciones\", contó Lucas Bukata, un estudiante de Biología que ayer estaba a cargo del stand de su carrera en El Dorrego, el enorme espacio que la Ciudad tiene en la calle Zapiola, en Colegiales.

En ese stand muchos jugaron a un juego en el que se mostraba la evolución de las especies. Los participantes que tenían poca resistencia a las enfermedades perdían puntos cuando llegaba una peste o ganaban terreno si tenían buena percepción, en un período de escasez de alimentos. \"El ser humano es uno más entre todas las especies. Y que estemos aquí en esta forma es tan azaroso como lo son que estén las vacas, las jirafas o las bacterias\", comentó Bukata.

También había stands de las carreras de Geología, Química, Física y Matemática, atendidos por alumnos que forman parte de un programa de divulgación de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA.

En el Show de los Enigmas, el animador se tomó el trabajo de preguntarles la fecha de nacimiento a todos los espectadores. Y entonces le sobró evidencia para demostrar la certeza de la fórmula matemática que dice que, en un grupo de 59 personas o más, existe un 99.9 por ciento de probabilidades de que dos cumplan años el mismo día.

El último de los doce días de festival también entregó en El Dorrego una demostración con un perro del programa de psicoeducativo con asistencia animal. Un equipo lo aplica en la Casa Cuna para el tratamiento de chicos o adolescentes que sufren trastornos generalizados del desarrollo, lo que se conocía como autismo o psicosis infantil.

Un ajedrez gigante con fichas tan altas como los chicos y el sector de inventos fueron otras de las atracciones. En este último estaba expuesta una ingeniosa rueda que guardaba una cámara desinflada adentro de otra con aire, de modo que en caso de una pinchadura bastara una inflada para solucionar el problema.

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