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Confirman la existencia de un tramo del Camino del Inca en la cordillera sanjuanina

Una reciente investigación de la UNCuyo encontró restos arqueológicos y partes de esta senda mediante fotos satelitales. Así se saldan las dudas que existían desde hace un siglo entre los arqueólogos.

08 de abril de 2013, 11:21.

imagen Confirman la existencia de un tramo del Camino del Inca en la cordillera sanjuanina

Foto gentileza Wikimedia Commons; mapa Camino del Inca.

A lo largo del siglo XX diversos autores se han manifestado acerca de la posible presencia de un camino principal incaico que habría recorrido los valles longitudinales de Iglesia y Calingasta, en la provincia de San Juan. Un trabajo de investigadores de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad confirmó la existencia de esta senda a lo largo de casi 26 kilómetros combinando la observación de imágenes satelitales provistas con la tecnología Google Earth con el relevamiento de campo y el análisis de las evidencias arqueológicas halladas. 

El relevamiento se hizo en varias sendas ubicadas en las cercanías del Cerro El Divisadero, unos 2 km al sur de la zona de Tocota, y en un sector ubicado a unos 8 km de esta misma localidad. Allí aparecieron en forma recurrente restos de cerámica incaica asociada a una de esas sendas, lo que permitió identificar el camino longitudinal incaico desde el Tambo de Tocota (el conjunto complejo de estructuras incaicas más meridional de los conocidos para el Valle de Iglesia) hasta su punto final de observación por el sur, en una extensión total de 25.987,5 metros. Así lo explicó Alejandro García, especialista a cargo de la investigación. 

Por supuesto, no es la primera vez que se habla de un camino incaico en los valles preandinos de San Juan que permita establecer una conexión con las evidencias del Valle de Uspallata, en el norte de Mendoza. Una senda que recorre longitudinalmente aquel sector fue identificada como incaica por algunos autores, pero las opiniones han estado tradicionalmente divididas, con voces a favor de la existencia de este tramo y otras en contra a lo largo de todo el siglo XX. “Probablemente la causa de esta divergencia sea el hecho de que no se haya realizado hasta el momento ningún estudio específico de esta senda”, analiza García, quien explicó la metodología que utilizó para avanzar con mayor precisión en la confirmación de la existencia de este histórico camino. 

“La información obtenida fue cotejada con el plano de (Salvador) Debenedetti (1917) y con las imágenes del programa Google Earth, y se identificaron una senda principal (con mayores probabilidades de ser la vía buscada) y otras alternativas. Posteriormente se transitaron a pie diversos tramos de estas sendas en sus partes más visibles, lo que permitió identificar el camino incaico”. 

El investigador agregó que “los restos arqueológicos hallados en torno al camino fueron posicionados mediante GPS y registrados fotográficamente, y que esta información está sujeta a futuros análisis relacionados con el tránsito del camino”. 

Características del camino 

Según pudo comprobar García, a lo largo de 6,9 km la senda se presenta invadida por la vegetación, su visibilidad es baja y se observa escaso material arqueológico asociado, lo cual atribuye a su sedimentación y a su intersección por numerosos cauces cercanos. “En este tramo (que abarca los dos primeros segmentos y parte del tercero que analizamos) es muy difícil determinar el ancho del camino, que en general es de unos 2 metros, y no se observan características distintivas que permitan diferenciarlo del entorno, del que sólo se distingue en general por la menor cantidad de vegetación y en algunos sectores por la observación de una senda apenas marcada”. 

Luego, la visibilidad mejora notablemente. “En este tramo (que culmina con el último punto visible de la senda por el sur) la traza se hace más regular, con un ancho de entre 2,5 y 3 metros, se observa muy escasa vegetación dentro de la senda y la cantidad de material arqueológico depositado en su interior y en los costados es relativamente alta”, sigue García. 

Según el investigador, la senda se verifica como de origen incaico por el hallazgo reiterado de fragmentos de cerámica del llamado “período de dominación estatal” del Imperio Inca sobre esta parte del sur de América. 

Además, porque se hallaron construcciones asociadas al camino “seguramente como lugar de apoyo y asistencia a los viajeros”, entre ellas un conjunto de recintos pircados de forma oval o semicircular, con sus aberturas ubicadas hacia el este y a muy escasa distancia del camino incaico (unos 2 metros). Y un elemento más como evidencia de la utilización de este camino durante el período incaico: la presencia de alfarería incaica en la superficie de la mayoría de los pircados. 

Por estas razones, García concluye que en el sector relevado existe un tramo del Qhapaq Ñan (Camino Real o Camino del Inca), que atravesaba el Valle de Iglesia rumbo a Calingasta y Uspallata, un sector ya recorrido en 1915 por la expedición del pionero Salvador Debenedetti pero no consideradas como de origen incaico por este autor.

 

 

 

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