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Analizan la importancia de la educación de los bebés a través de los sonidos

Especialistas de la Facultad de Educación Elemental y Especial sostienen que esta técnica está relegada en los jardines maternales, pero que es clave para la estimulación de los sentidos de los niños hasta los 3 años de vida.

28 de junio de 2011, 10:29.

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Generalmente en los jardines maternales se aprecia una gran preocupación por los materiales para la estimulación visual y motriz de los niños, pero muy poco para la estimulación sonora. Así lo advierte Olga Giacumbo, especialista de la UNCuyo, para quien no se aprovecha la riqueza que encierra la estimulación temprana a través de los sonidos.

Por eso, junto a su colega Eliana Angela investigan en la Facultad de Educación Elemental y Especial cómo utilizar los sonidos en las salitas infantiles respetando el desarrollo normal auditivo, “con el objeto de aprovechar la riqueza que encierra la estimulación musical temprana y su incidencia en  la calidad de vida de los bebés”, explica Giacumbo.

Para la docente e investigadora, habitualmente la utilización de sonidos en la educación de niños de 6 a 36 meses no tiene una finalidad especial, sino que el docente los utiliza de vez en cuando como música funcional o experiencia aislada. “Quizás la maestra por no saber cómo utilizar los materiales sonoros, se olvida de la influencia que ejercen en los primeros años de vida”, dice. Y destaca que la capacitación al respecto es “fundamental”.

Hace muchos años que los pedagogos musicales se preocuparon por este tema y a través de múltiples investigaciones en Europa, EEUU y Latinoamérica se empezó a comprender el efecto beneficioso que tiene la música en la vida de un niño desde que nace. Concretamente, a partir de la segunda mitad del siglo XX empieza a tomar fuerza este principio psicopedagógico.

Esas nos dicen cómo reaccionan los bebés ante el estímulo sonoro. Y la mayoría concluyen que la educación musical tendría que empezar antes del nacimiento, hacia el sexto mes de la vida prenatal, recuerda Giacumbo.

La especialista sostiene que incorporando la música sistemáticamente en los primeros meses de vida del bebé “enriquece su expresión y su senso-percepción del mismo”. Y además “afirma el vínculo afectivo adulto-bebé”.

Y si se tiene en cuenta que la materia prima de la música es el sonido, éste permite con sus cualidades, altura, timbre, intensidad y duración, desarrollar con diferentes juegos el oído del bebé.

Giacumbo remarca que está demostrado que un feto reacciona ante estímulos sonoros del exterior, desde movimientos del cuerpo hasta aceleración del ritmo cardíaco. Por lo que al nacer ya han acostumbrado su oído a este tipo de estímulos. Ahora, no cualquier tipo de sonido sirve al propósito de la formación del niño: “Tienen que ser de un registro medio, o sea, ni muy agudos ni muy graves, y con una intensidad preferentemente suave, ya que los sonidos fuertes los asustan”.

En cuanto a la duración, son recomendables los sonidos ni muy cortos ni muy largos, aunque esto no es tan significativo. “Se pueden usar los cortos y los largos depende del material con que es producido o con qué instrumento. Cuando una mamá o maestra canta bien es el instrumento natural más hermoso para el oído de un niño, es por eso que las canciones de cuna son tan importantes para una educación temprana”, explica Giacumbo. Y agrega que con la estimulación a través de los sonidos se coloca al alumno en situación de aprendizaje activo, “menos memorístico y mucho más práctico”.

“Creemos que si cada docente asume como un lenguaje propio la música, podrá trabajar desde los contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales nuevas estrategias que favorezcan el aprendizaje musical de los niños a partir del Jardín Maternal”, finaliza.



 



 

 

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